El informe señala que la baja inversión, el alto endeudamiento y un entorno externo cambiante son los principales obstáculos para el desarrollo de la región.
La economía de América Latina y el Caribe (ALC) atraviesa un periodo de recuperación cautelosa, mientras enfrenta una tormenta de desafíos tanto internos como externos. Así lo revela el nuevo informe del Banco Mundial, que advierte sobre un contexto regional marcado por el bajo crecimiento, tensiones comerciales globales, altos niveles de deuda y una persistente desigualdad.
El organismo estima un crecimiento regional de apenas 2,1% para 2025, impulsado principalmente por la esperada recuperación económica en Argentina. En contraste, otras grandes economías como México, Brasil y Colombia exhiben signos de estancamiento, reflejando una lenta convergencia hacia sus niveles potenciales de producción.
En paralelo, la inflación ha comenzado a ceder, pero el proceso de desinflación avanza con lentitud. Factores como el aumento de los costos laborales y los precios internacionales de alimentos siguen ejerciendo presión sobre los precios internos. Mientras tanto, los bancos centrales de la región han iniciado una relajación paulatina de la política monetaria, aunque su margen de maniobra está limitado por la incertidumbre en la economía global.
La situación fiscal también es motivo de preocupación: los déficits siguen siendo elevados y el servicio de la deuda consume una proporción creciente del gasto público. En promedio, las seis economías más grandes de ALC destinan el 10,9% de su presupuesto al pago de intereses, lo que restringe la inversión en infraestructura y servicios sociales.
Asimismo, ALC enfrenta crecientes obstáculos en el comercio internacional. La tendencia global hacia mayores aranceles y la incertidumbre en torno al “nearshoring” —relocalización de cadenas productivas— afectan directamente las perspectivas exportadoras de la región. Aunque algunos países como México y miembros del Mercosur han firmado nuevos acuerdos con la Unión Europea, la región en su conjunto todavía carece de competitividad y productividad frente a otras economías emergentes.
En el plano social, la pobreza monetaria ha disminuido levemente al 24,4% de la población regional, pero la desigualdad persiste con un coeficiente de Gini del 49,9%.
Finalmente, el informe subraya que para que ALC aproveche el actual contexto geoeconómico, será indispensable abordar reformas pendientes desde hace décadas en materia de educación, infraestructura, regulación y política fiscal.