Federico Cristaldo tiene 31 años y una certeza clara: su lugar está donde se construye el país. Hace cuatro años que se desempeña como banderillero, una función esencial pero muchas veces invisible en las grandes obras viales.
“Me encargo de la señalización y de dirigir el tránsito en zonas de mucho paso vehicular, para cuidar la seguridad de los vehículos y peatones. Así puedo evitar accidentes cuando las máquinas están en pista”, explica.
Oriundo de San José de los Arroyos, en el departamento de Caaguazú, Cristaldo ha acompañado obras en distintos puntos del país. Actualmente trabaja en la avenida Mariscal López, uno de los frentes urbanos de mayor movimiento en la capital, pero anteriormente estuvo en el Chaco, colaborando con los trabajos de pavimentación de la Ruta PY09. “En cada obra que me necesiten, ahí estoy”, afirma con convicción.
Su testimonio pone en relieve cómo la construcción no solo moviliza máquinas y cemento, sino también personas, oficios y vocaciones. En un país donde mucho del capital humano sigue inserto en la informalidad, apostar por la construcción es, en muchos sentidos, construir futuro.