El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la economía paraguaya cerrará el año 2023 con un PIB del 4,5 %, mientras que el Banco Mundial hizo su estimación del 4,8 %.
El FMI resaltó que la economía de Paraguay demostró una resiliencia notable durante un período de cuatro años, en el que se produjeron varios shocks adversos, y que el crecimiento económico está repuntando, principalmente gracias a la recuperación del sector agrícola.
La inflación tocó un máximo en 2022, pero desde entonces viene disminuyendo, gracias a una proactiva y persistente orientación restrictiva de la política monetaria, que también ha ayudado a anclar las expectativas de inflación cerca de la meta fijada por el Banco Central.
La situación de las finanzas públicas siguió mejorando, el financiamiento del sector privado y la flexibilidad del tipo de cambio permitieron absorber las repercusiones negativas de la caída de las exportaciones sobre la cuenta corriente externa.
Perspectivas a mediano plazo
Se prevé que la cuenta corriente externa mejore notablemente y que la tasa de inflación vuelva a converger hacia la meta del 4 % del Banco Central a más tardar en el primer semestre de 2024. Mantener políticas fiscales sólidas y creíbles será crucial para salvaguardar el escenario favorable.
Se proyecta que el sistema bancario permanezca estable, siempre y cuando se siga ejerciendo una supervisión sólida y los bancos preserven salvaguardias internas adecuadas. También es necesario abordar otros riesgos internos mediante la ejecución ininterrumpida del programa de reformas estructurales, que incluye medidas para reforzar la gestión de gobierno, reducir las vulnerabilidades a la corrupción e intensificar las políticas para amortiguar los posibles efectos del cambio climático en curso.
Impacto mundial
La actividad económica está todavía por debajo de su trayectoria anterior a la pandemia, en especial en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, y existen divergencias crecientes entre las regiones. Varias fuerzas están frenando la recuperación.
Algunas responden a las consecuencias a largo plazo de la pandemia, la guerra en Ucrania y el aumento de la fragmentación geoeconómica. Otras son de carácter más cíclico, como los efectos del endurecimiento de la política monetaria necesario para reducir la inflación, la retirada del apoyo fiscal en un contexto de elevado endeudamiento y los fenómenos meteorológicos extremos.